miércoles, 27 de agosto de 2014

skammen



















[wasn't awful because it was so beautiful]


"I knew there was something I should remember. 
Something one of us had said, but which I had forgotten. 
I started to cry as I remembered."

Ingmar Bergman

martes, 12 de agosto de 2014

effort at speech between two people


Speak to me. Take my hand. What are you now?
I will tell you all. I will conceal nothing.
When I was three, a little child read a story about a rabbit 
who died, in the story, and I crawled under a chair: 
a pink rabbit : it was my birthday, and a candle
burnt a sore spot on my finger, and I was told to be happy. :
Oh, grow to know me. I am not happy. I will be open: 
Now I am thinking of white sails against a sky like music, 
like glad horns blowing, and birds tilting, and an arm about me. 
There was one I loved, who wanted to live, sailing. :
Speak to me. Take my hand. What are you now? 
When I was nine, I was fruitily sentimental, 
fluid : and my widowed aunt played Chopin, 
and I bent my head to the painted woodwork, and wept.
I want now to be close to you. I would 
link the minutes of my days close, somehow, to your days. :
I am not happy. I will be open. 
I have liked lamps in evening corners, and quiet poems. 
There has been fear in my life. Sometimes I speculate 
On what a tragedy his life was, really. :
Take my hand. Fist my mind in your hand. What are you now? 
When I was fourteen, I had dreams of suicide, 
and I stood at a steep window, at sunset, hoping toward death :
if the light had not melted clouds and plains to beauty, 
if light had not transformed that day, I would have leapt. 
I am unhappy. I am lonely. Speak to me. :
I will be open. I think he never loved me: 
he loved the bright beaches, the little lips of foam 
that ride small waves, he loved the veer of gulls: 
he said with a gay mouth: I love you. Grow to know me. :
What are you now? If we could touch one another, 
if these our separate entities could come to grips, 
clenched like a Chinese puzzle … yesterday 
I stood in a crowded street that was live with people, 
and no one spoke a word, and the morning shone. 
Everyone silent, moving … Take my hand. :
Speak to me.

Háblame. Toma mi mano. ¿Qué eres ahora?
Te lo diré todo. No ocultaré nada.
Cuando tenía tres años, un niño pequeño leyó un cuento acerca de un conejo
que moría, en el cuento, y me escondí bajo una silla:
un conejo rosa: era mi cumpleaños y una vela
dejó una llaga en mi dedo y yo estaba predestinada para ser feliz.
Oh, crece para conocerme. No soy feliz. Estaré dispuesta:
Ahora estoy pensando en blancas velas contra un cielo como música,
como cuernos gozosos sonando, pájaros inclinados y un brazo en torno a mí.
Hubo uno al que amé que quería vivir, navegando.
Háblame. Toma mi mano. ¿Qué eres ahora?
Cuando tenía nueve, era sentimental,
fluida: y mi tía viuda tocaba a Chopin,
recliné la cabeza sobre la mesa de madera pintada y lloré.
Quiero estar cerca de ti ahora. Enlazaría estrechamente
los minutos de mis días, de alguna forma, a los tuyos.
No soy feliz. Estaré dispuesta.
Me gustaban las lámparas en las esquinas del anochecer, sencillos poemas.
Ha habido miedo en mi vida. Algunas veces especulo
Qué tan trágica fue su vida realmente.
Toma mi mano. Golpea con tu puño mi mente. ¿Qué eres ahora?
Cuando tenía catorce, tuve sueños de suicidio,
y permanecí en una ventana empinada, al atardecer, esperando la muerte:
si la luz no hubiera fundido las nubes y las llanuras en la belleza,
si la luz no hubiera transformado ese día, habría saltado,
Soy infeliz. Estoy sola. Háblame.
Estaré abierta. Creo que él nunca me amó:
amó las brillantes playas, los pequeños labios de la espuma
que cabalgan en pequeñas olas, él amó el viraje de las gaviotas:
dijo con voz alegre: te amo. Crece para conocerme.
¿Qué eres ahora? Si pudiéramos tocarnos,
si nuestras entidades separadas pudieran llegar a unirse,
apretadas como en un rompecabezas chino... ayer
estuve en una calle llena, viva con gente,
y nadie dejó una palabra, y la mañana brilló.
Todos silenciosos, moviéndose... Toma mi mano.
Háblame.

Muriel Rukeyser

sábado, 2 de agosto de 2014

la mujer rota













En su sueño hay un hombre
que le entrega un mensaje
siempre el mismo hombre
siempre el mismo mensaje
un mensaje


que ella nunca ha podido leer.


Ya no me quedaba nadie más que André a quien, justamente, no tenía. Nos creía transparentes el uno para el otro, unidos, soldados como hermanos siameses. Se había desligado de mí, me había mentido: volvía a encontrarme sobre esta banqueta, sola. A cada segundo, al evocar su rostro, su voz, atizaba, un rencor que me devastaba. Como en esas enfermedades en las que uno se forja su propio sufrimiento, cada inspiración desgarra los pulmones y sin embargo uno está obligado a respirar.

Simone de Beauvoir