sábado, 2 de agosto de 2014

la mujer rota













En su sueño hay un hombre
que le entrega un mensaje
siempre el mismo hombre
siempre el mismo mensaje
un mensaje


que ella nunca ha podido leer.


Ya no me quedaba nadie más que André a quien, justamente, no tenía. Nos creía transparentes el uno para el otro, unidos, soldados como hermanos siameses. Se había desligado de mí, me había mentido: volvía a encontrarme sobre esta banqueta, sola. A cada segundo, al evocar su rostro, su voz, atizaba, un rencor que me devastaba. Como en esas enfermedades en las que uno se forja su propio sufrimiento, cada inspiración desgarra los pulmones y sin embargo uno está obligado a respirar.

Simone de Beauvoir

2 comentarios:

  1. Los mensajes los trasladan las carpas por el río Amarillo y otros afluentes...

    ResponderEliminar