Tomar ki mané acché, Maitreyi?
Yadi thaké, tahalé ki kshama karté paro?
¿Te acuerdas de mí, Maitreyi?
Y si te acuerdas, ¿podrás perdonarme algún día?
"- ¿Por qué no levantas la vista, Mircea? Has escrito en tu libro que si te encuentras conmigo me mirarás a los ojos. ¿Lo has olvidado?
- Ah, eso fue hace mucho tiempo, ¡cuarenta años! ¡Ay, cuarenta años!
- ¿Sabes?, la gente me pregunta cuánto tiempo viviste con nosotros. ¿Cuánto fue, Mircea? No lo recuerdo.
- ¡Mil años!
- ¿Y bien? ¿No sabes entonces quién eres, quienes somos todos?
He venido a ver a aquel tú al que no puede herir ningún arma ni quemar ningún fuego.
Habló en sánscrito:
- Na hanyate hanymane sharire (no muere cuando muere el cuerpo).
- Bueno, ¿entonces qué? He venido a ver a ese tu que no tiene principio, mitad o fin. Créeme, si me miras, en un instante te haré regresar cuarenta años atrás, al lugar exacto donde nos vimos por primera vez.
Mircea levantó el rostro. Tenía los ojos nublados. Oh no, mis peores temores son ciertos, sus ojos se han convertido en piedra. Nunca volverá a verme. ¿Qué debo hacer? No podré iluminar sus ojos, no llevo un quinqué en la mano; después de recorrer toda esta distancia, ¿quién sabe cuando se secó el aceite de la lámpara y el cirio se quemó del todo? El temor me cambió - ya no era Amrita. Me convertí en una mera mortal y pensé como él: ¡cuarenta años, cuarenta años! Es ciertamente demasiado tarde. Me di la vuelta. Tenía que llegar hasta la puerta, mover esa manecilla de latón y abrir la puerta; luego saldría a la calle y caminaría hasta donde estaba Shirley. Desde las profundidades de mi ser exhalé un suspiro que se arremolinó en la estancia. Caminaba hacia la puerta, franqueando los pequeños montículos de libros, cuando oí la voz de Mircea:
- Amrita, espera un poco. ¿Por qué te desmoronas ahora cuando has sido tan valiente durante tantos años? Te prometo que iré a buscarte y allí, en las orillas del Ganges, te mostraré mi verdadero ser.
No soy pesimista. En el interior de mi corazón roto agonizaba un diminuto pájaro de esperanza, pero nada más llegarme las palabras de Mircea revivió y se convirtió en un fénix. ¿Ha visto alguien un fénix? Es idéntico al albatros. El enorme pájaro batió sus poderosas alas. De repente me agarró y comenzamos a encumbrarnos más y más a la vez que el techo del estudio de Mircea se abría como una caja de Pandora y las paredes desaparecían. Los libros pétreos se convirtieron en ondas; oí el murmullo del agua.
Sobrevolando el lago Michigan de un continente desconocido aquel gran pájaro, construido con la ilusión de la esperanza me susurró al oído:
- No te desanimes, Amrita, pondrás luz en sus ojos.
- ¿Cuándo?- pregunté ansiosa.
- Cuando te reúnas con él en la Via Láctea; ese día no queda ya muy lejos - replicó".
muy suave, sereno, bonito y triste
ResponderEliminarMaitreyi es un maravilloso libro de Mircea Eliade que leí cuando tenía unos 17 años.Más que un libro,es un intento catártico de liberarse de un amor imposible.
ResponderEliminarMircea vivió en la India en 1928.Allí conoció a Maitreyi,la hija de su maestro y discípula de Rabindranath Tagore. Maitreyi decidió replicarle y escribir la historia desde su punto de vista:"Mircea.Una historia de amor".
Poema que aparece en "El amor nunca muere":
El tiempo que estaba detrás pasa delante,el rostro sin velo, ella viste seda tachonada de estrellas.¿Quién le dio atavío y alhajas? ¿De dónde el espectáculo de esta riqueza efímera? En el curso intacto del tiempo,en su moción informe,¿quién cultiva las flores? Cada instante las formas toman cuerpo del océano más vacío y caen en la orilla sin orillas.Las olas rompen: una ilusión de la muerte.
P.S. El mundo se ha detenido.
¿Puedes sentirlo?
Me ha encantado, mucho.
ResponderEliminarM.
María,gracias.
ResponderEliminar(Hace mucho que sueño con Islandia.)