Hace mucho tiempo en Moscú, en una vieja casa de madera,
tú, siempre en silencio,
entrabas de prisa, corriendo feliz
pero luego salías de allí huyendo bastante triste.
Sucedía bajo la lluvia, bajo las nevadas;
era tu frenética llave a lo desconocido.
Siempre comenzabas con una arriesgada salida
y terminabas huyendo de tu casa.
Tus labios me besaban pero no decían palabras.
Me ofreciste tu cuerpo pero escondiste tu alma.
Me apretabas hasta darme dolor.
Y tus ojos no querían mirar los míos.
Yo no sabía nada de tu otra vida.
Amante de día no tenía idea de tus noches.
Tus uñas trataban de hacer pedazos el papel de la pared
rasgando el significado de tu silencio.
Poco después te sumergiste en nuestra ciénaga
en los intestinos de un bus o en el útero de una estación de trenes.
Dejándome solo, luchaba con las yemas de mis dedos
tratando de entender tu código Braille en la pared.
Después de tu huida, quedó en mi cuarto por mucho tiempo
tu aroma de frescas y recién cortadas lilas silvestres.
Pero una vez, ese aroma se desvaneció para siempre.
Envejecimos, cada uno por su lado, casi por medio siglo.
Y por casualidad fui cruelmente castigado
cuando tu marcador de libros cayó de un tomo de poesía de Alexander Blok.
Era la fotografía de tu rostro joven hace cincuenta años
era tu regalo de despedida.
Lo sentí mucho pero abrí ese libro muy tarde
y encontré algo escrito en un lado del marcador:
“No te sorprendas. Te amo. Para siempre.”
Y de tu rostro tu alma apareció por primera vez
pero otra vez tus ojos evitaban mirar los míos.
Y oí tu voz con miedo desde la tumba:
“No te des por vencido. Lograrás muchas cosas.
Yo soy infeliz amado mío,
pero todos mis deseos se harán realidad.”
Dios mío, este libro guardaba tu rostro joven
incluso tu voz estaba cerca de mí
fui un pecador, un muchacho desatento
¿y aún ahora sigo siendo el mismo?
¿Por qué todavía camino con ímpetu
por otras regiones del mundo, océanos, ríos, costas?
Es porque el aroma de una lila silvestre de nuestro pasado
aún permanece conmigo, y continua eternamente fresca.
Yevgeny Yevtushenko